Programaciones inalcanzables

¿Hay suficiente público para todo lo que programamos?

Las programaciones culturales son cada vez más amplias, esto es un hecho constatable, ahora bien, ¿acaso lo son demasiado? Esta pregunta creo que es pertinente y hay que hacerla si te dedicas a diseñar la programación de algún equipamiento o impulsar algún evento cultural, no importa el ámbito. Si echamos un vistazo a las programaciones de verano, veremos que la cantidad de propuestas a las que podemos acceder es ingente y diría, sin miedo a equivocarme, también inalcanzable. Esto presenta varios problemas sobre los que vale la pena reflexionar.

 

Una apuesta por la cultura del evento

Tras el momento institucional en el que la prioridad era la construcción de equipamientos, empujados por la necesidad de poner al día las infraestructuras culturales que estaban muy retrasadas debido a los de circunstancias políticas difíciles de detallar en un artículo breve, hoy, y basta con hojear las páginas de cultura de los periódicos para constatarlo, la política de la inauguración ha dado paso a la política del evento. En cada pueblo, un festival, en cada equipamiento, una programación amplia, en cada cambio de estación, actos y más actos… Una auténtica cascada difícil de contener y conocer por parte de la ciudadanía a la que, en teoría, se le invita a participar de ellos. En verano, al menos en las comarcas de Girona, esta oferta crece de forma exponencial y si se hace una mirada global a toda la oferta, uno se pregunta, ¿es posible asimilar esta programación por parte de la ciudadanía? ¿Pueden llenar la mayoría de los aforos? ¿Las programaciones son complementarias entre sí y fomentan los itinerarios? Las respuestas a estas preguntas es un no, y a todo esto hay que sumar el problema que la sobreoferta supone para los pequeños eventos que se encuentran con unas enormes dificultades para posicionar comunicativamente sus iniciativas en medio de la enorme maraña de eventos promocionados desde las instituciones. Por desgracia, la mayoría de las pequeñas propuestas hechas desde el asociacionismo o desde modestas entidades públicas acaban invisibilizándose. 

¿Cómo ordenamos todo esto?

Si tenemos en cuenta que aproximadamente un 12% de los ciudadanos son los que consumen un 49% de la cultura, estamos ofreciendo más de lo que se demanda por este público cautivo y motivado. Lo que hace falta es racionalizar la oferta y buscar estrategias para captar público potencial y así dar a conocer las propuestas culturales al público no habitual. Al mismo tiempo, habría que diseñar una fórmula de precios que no descarte la participación en actos simplemente por motivos económicos y sobre todo reducir el número de actos, festivales y eventos y de esta forma diseñar una estrategia que permita hacerlos complementarios, tanto por lo que se refiere a horarios y fechas, evitando así contra programaciones absurdas, así como en cuanto a temáticas y formatos, no hace falta hacernos la competencia en propuestas similares con diferentes trajes. Por último, debería evaluarse si el dinero gastado en algunos de estos eventos, no sería mejor invertirlo en dotar de manera correcta a los equipamientos e iniciativas que trabajan de forma sostenida a lo largo del año para ofrecer programaciones y servicios estables. De esta forma evitaríamos la vergüenza de ver cómo se cierran las bibliotecas durante un mes de agosto lleno de festivales, que desde algunos estamentos se han programado como simples eventos publicitarios y donde la cultura, como es habitual, es un actor secundario, un figurante.

Jordi Dorca
Programador y responsable de comunicación del Museu del Cinema de Girona.
Miembro del consejo de redacción de la Revista de Girona.

@jdorcacosta

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