Los peligros de la virtualidad en la cultura

Últimamente, entusiastas feligreses no dudan en sacar en procesión al “Santo virtual”  honrando todas sus virtudes con una falta de espíritu crítico que preocupa y asusta de la misma manera. Y yo me pregunto: ¿Toda esta virtualidad no nos puede llevar a todos a banalizar el discurso, a simplificar el mensaje y poco a poco a convertir la cultura en un simple pasatiempo?

Cultura i tecnologia

Una conferencia cualquiera, en un museo indeterminado de una ciudad ficticia. El señor ponente presenta a un doctor en filosofía llegado de un país que ahora no es importante citar; el sabio universitario empieza su discurso sobre un tema que no viene a cuento ahora mismo, habla con la autoridad que le confieren los años de estudio en universidades de toda Europa, la gente, en un principio, escucha con atención. El sabio sigue con su racionamiento lleno de perfectos silogismos, rico en argumentos y adornado con citas precisas de grandes pensadores. Los asistentes de las primeras filas desenfundan sus teléfonos móviles, teléfonos que rara vez utilizan para llamar a nadie, abren la aplicación de la cámara i sacan una foto del ponente. La foto la suben a Instagram, escriben debajo de ella un montón de etiquetas que poca cosa, o nada, tienen que ver con aquello que está explicando “el doctor en filosofía llegado de un país que ahora no es importante citar “. En este mismo instante Twitter se llena de frases sobre la conferencia, todas ellas empiezan con “Imperdible charla doctor en filosofía llegado de un país que ahora no es importante citar “. Poco después los argumentos que esgrime el sabio se resumen en 200 caracteres en Facebook. Otros asistentes escuchan con atención al poniente y toman notas en artefactos extraños que no necesitan batería y que según parece les llaman aún libretas, escuchan e intentan, no siempre con acierto, entender y asumir todo aquello que el ” doctor en filosofía llegado de un país que ahora no es importante citar ” les está explicando. La pregunta es una, espero que sea pertinente: ¿Como podemos perdernos la mitad de todo el conocimiento que nos ofrece este sabio por el simple hecho de estar pendiente del móvil y resumir en titulares una conferencia que requiera horas de reflexiones y pensamiento tranquilo para poder ser asumida? ¿No será que estamos adelgazando el discurso para sentirnos más cómodos ante la complejidad?  ¿Lo estamos adelgazando para no hacer el esfuerzo de comprender? ¿Para apartarnos de lo difícil sin abandonarlo? En resumen: ¿La virtualidad mal entendida está banalizando los discursos culturales hasta límites preocupantes?

Contra la banalización

Si los actos culturales, los discursos, los argumentos y los pensamientos se simplifican pasan a ser meros entretenimientos. La cultura deja de ser un espacio de pensamiento crítico, un espacio de duda constante, de razonamiento y de diálogo profundizado para convertirse en un simple entretenimiento. La cultura pierde centralidad y se convierte en una distracción periférica. En definitiva pierde su capacidad transformadora para pasar a ser un simple elemento de ocio.

Inalcanzable es también la cantidad de contenidos que Internet nos ofrece, una cantidad de contenidos que sin preceptores que nos orienten nos hacen pasar demasiadas veces “gato por liebre”. Nunca hemos tenido tanta cultura al alcance y nunca la hemos consumido de una manera tan superficial, nunca hemos estado tan informados y quizás nunca hemos entendido tan poco lo que realmente pasa.

La culpa no es de la tecnología

Es demasiado fácil cargar las tintas contra la tecnología, es demasiado fácil culpar de lo que nos pasa al cambio, todos en algún momento somos reacios al cambio. Ahora toca adaptarnos al nuevo paradigma, saber discernir lo que la conectividad y la virtualidad nos puede aportar. Hoy nos toca acercarnos, crear redes y poner conocimientos en circulación aprovechando lo que nos aportan las nuevas tecnologías. Adaptarse no es capitular, la cultura, sea presencial o virtual no puede capitular ante la banalidad y ente el adelgazamiento del discurso que es a la vez el adelgazamiento del pensamiento. Las nuevas tecnologías no pueden convertir el hecho cultural en simple estética, la virtualidad no puede ser la cosmética al servicio de una cultura banalizada.

Jordi Dorca
Programador y responsable de comunicación del Museu del Cinema de Girona.
Miembro del consejo de redacción de Revista de Girona.
@jdorcacosta

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