¿De qué hablamos cuando hablamos de gestión cultural?

Definir que es la gestión cultural resulta igual de complejo como definir lo que es la cultura. Josep Maria Castellet ya hablaba de esta dificultad terminológica en su libro Por un debate sobre la cultura en Cataluña, en las primeras páginas, citando al etnólogo George Balandier, escribía que hay más de “doscientas cincuenta definiciones serias y competentes sobre el tema”. Sin entrar al detalle, y con un punto de inconsciencia, me atreveré a calificar la cultura como un sistema de significados que nos permiten organizar nuestros conocimientos, valores y símbolos y que nos ayuden a interpretarnos y organizarnos como individuos y colectivos.

La cultura tiene múltiples dimensiones: la social, la colectiva, la cognitiva y la intelectual o artística y es en esta última dimensión en la que trabajamos, mayoritariamente, desde la gestión cultural. Por este motivo yo he sido siempre más partidario de la utilización de la acepción anglosajona del término, en estos países se habla de «Arts Management» o «Arts Administration», términos más precisos que lo que empleamos aquí. Sin embargo, los conceptos «Managemet» y «Administration», así como el de «gestión», me parecen poco esclarecedores de nuestro trabajo. Es cierto que nos dedicamos a administrar a recursos de una organización, infraestructura o evento, pero esto es más bien un medio para desarrollar nuestra principal tarea, la de mediadores entre los artistas, sus propuestas y el público. Se trata de ponerlos en contacto para que dialoguen y nos ayuden a fortalecer y adaptar el sistema de significados que antes hemos establecido que es la cultura en el sentido más amplio.

Gestión pública y privada

También es cierto que, demasiadas veces, se ha asociado la gestión cultural a todo aquel que trabaja desde el sector público, obviando que desde las empresas culturales también se realiza la mediación que antes hablábamos y que es definitoria de nuestro oficio. Se trata de promover, diseñar, incentivar y llevar a cabo proyectos, servicios y bienes culturales y ponerlos a disposición del público y ejecutarlo desde cualquier ámbito. Es evidente que el público y el privado tienen, a priori, objetivos diferentes, este último sector debe primar la rentabilidad económica y desde el sector público la calidad y la accesibilidad deben ser sus ejes de acción, pero eso no significa que sean dos compartimentos estancos, se debe buscar calidad y accesibilidad desde el privado, determinado público lo reclama y es necesario, y la rentabilidad desde el público, con el objetivo de utilizar correctamente los recursos de todos.

Funciones comunes

La premisa que debe ser común en la mediación artística, gestión cultural o como sea que la queremos definir, debe saber hacer llegar el bien, producto o servicio al máximo de gente, y a través de las diferentes propuestas artísticas permitir al público disfrutar, pero también contarnos a nosotros mismos y buscar nuevos significados que nos ayuden a entender lo que estamos viviendo y pensarlo todo con espíritu crítico. Y aquí llega la última función clave de nuestra profesión, ser aquellos que reclaman que la cultura ocupe un lugar central en el debate y las políticas de nuestro tiempo y un lugar estratégico para la búsqueda de soluciones a los problemas que vivimos y van a venir, que no son ni serán pocos. Este es un trabajo difícil y què, por suerte, espero no deberemos hacerlo nosotros solos.

 

Jordi Dorca
Programador y responsable de comunicación del Museu del Cinema de Girona.
Miembro del consejo de redacción de la Revista de Girona.

@jdorcacosta

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