La sensación generalizada es que el consumo cultural ha crecido en los últimos tiempos pero también sabemos que a pesar de los números totales de participación, este público no es más diverso y que todavía son demasiados los ciudadanos que no asisten nunca a ninguna actividad cultural
Tenemos un público muy activo que interviene en muchas iniciativas. Los buenos datos estadísticos que este público militante aporta no pueden ocultar el problema de fondo, la necesidad de hacer participar de la vida cultural a aquellos que nunca lo hacen.
Un público amplio
La sensación generalizada es que el consumo cultural ha crecido, esta sensación se nos confirma viendo los éxitos de participación en eventos como la “Bienal de Pensamiento de Barcelona”, la “Noche de los Museos” o en los índices de venda de entradas de los diferentes festivales de música y artes escénicas que se programan en todo el país. También podemos constatar este crecimiento con la cantidad de nuevas editoriales, empresas culturales y voces jóvenes que están apareciendo en muchos ámbitos de la creación. El acceso a contenidos a través de plataformas en línea ha aumentado también de forma exponencial el visionado de productos audiovisuales. Estos éxitos y las buenas estadísticas de usos culturales que presentan las diferentes administraciones, es fácil creer que el público tiene un interés real y creciente por la cultura y los eventos culturales. Este auge tiene mucho mérito si tenemos en cuenta los muchos condicionantes en contra que sufre el sector que van desde la precarización del sector, el desinterés político, los bajos presupuestos o las tesis utilitaristas cada vez más extendidas.
Necesitamos un público más diverso
A pesar de estos buenos datos, crece entre los programadores la sensación de que el público se ha ampliado pero en ningún caso se ha diversificado. Las estadísticas y el marketing relacional nos permite definir retratos bastante precisos de los usuarios que participan habitualmente de la actividad cultural. Un repaso a estos datos hace que nos damos cuenta de que estos suelen ser los mismos segmentos sociales, económico y formativos. Por lo tanto podemos decir, y nos equivocaremos de poco, que este aumento del consumo cultural ha ampliado el público pero no la ha diversificado. Según datos de consumo cultural que publica habitualmente la Generalidad de Cataluña el 70% de los ciudadanos dicen escuchar música, ver la televisión o acceder a internet, por el contrario un 40% no lee nunca libros, un 60% no va nunca a conciertos ni a exposiciones, un 55% no va al cine y un 73% no va nunca a ningún espectáculo.
Nos encontramos que cada vez se puede acceder de manera más generalizada a la cultura pero la relación de los usuarios con los equipamientos y la vida cultural es desigual. Los motivos de la baja participación son por este orden: el precio, la falta de tiempo, la falta de una oferta cercana y la falta de interés. Estas causas nos dan buenas pistas sobre dónde hay que actuar.
Como ampliar los públicos
Una de sus prioridades de los responsables políticos y los gestores culturales debería ser aplicar políticas que beneficien el acceso a la cultura para todos aquellos que no participan de ella. ¿Cuáles deben ser estas políticas? Esto quizás merece otro artículo pero aquí podemos apuntar algunas: políticas de precios accesibles, descentralizar los actos de los centros neurálgicos de las ciudades, abrir actos a zonas y equipamientos no habituales y sobre todo si se quiere acceder a un público más amplio lo que hay es conocerlo y entender cuáles son estos públicos no activos. Si esto no ocurre, la desigualdad aumentará y precisamente la cultura sirve, entre muchos otros aspectos, para hacer una sociedad más igualitaria, equitativa y cohesionada.
Jordi Dorca
Programador y responsable de comunicación del Museo del Cine de Girona.
Miembro del consejo de redacción de Revista de Girona.
@jdorcacosta