Se acercan todo tipo de elecciones (le llaman ciclo electoral) y verán ustedes que será difícil que las políticas culturales formen parte del debate. Esto ha sido así desde hace años. La cultura es considerada por la política como un apartado accesorio en el programa electoral, además de ser un apartado lleno de propuestas tópicas y excesivamente cortoplacistas. Quizá sería el momento de cambiar de paradigma y vestir estrategias de mirada larga que nos permitan hacer frente a los cambios y los retos que se avecinan.
Jay Rana en Unsplash
Cultura y política cultural
La cultura y la política cultural son dos cosas diferentes. La cultura es reflexión intelectual, creación artística y transformación, un conjunto de conocimientos, herramientas, capacidades y hábitos que adquirimos como miembros de una sociedad y que nos permiten entender mejor nuestro entorno vital. En cambio la política cultural es la acción de quien administra recursos, facilita el acceso de la ciudadanía a los bienes culturales, construye espacios de diálogo, proyecta equipamientos, ayuda a los creadores y diseña programaciones. La cultura es el juego y la política cultural es el terreno de juego.
Atendiendo a esta distinción, podemos convenir que lugares carentes de buena política cultural pueden generar propuestas interesantes. Las buenas políticas no hacen que nazcan por generación espontanea buenas propuestas y buenos proyectos, pero sí es cierto que un terreno bien cuidado (política cultural) permite practicar mejor juego (propuestas culturales interesantes).
El caso de Cataluña
En Cataluña ha habido algunos problemas añadidos, uno de ellos ha sido la dicotomía entre las políticas que se han emprendido des de la Generalitat, basadas en una conservación de la cultura propia y la reconstrucción de varios equipamientos públicos que habían quedado pendientes de construir, frente a las políticas municipales mucho mas centradas en el acceso del público a la cultura. Por otro lado los Ayuntamientos muchas veces han realizado funciones e inversiones que por competencias no le eren propias. Sumar las políticas de unos y otros siempre ha terminado en fracaso, nunca ha habido un pacto cultural que uniera estrategias e ideas para desarrollar políticas culturales que impliquen a todos los estamentos institucionales del país.
La primera idea del CONCA (Consejo Nacional de la Cultura y las Artes) basada en el modelo del Arts Council Británico era un buen inicio para delegar parte de las decisiones en política cultural en gente alejada de la lógica partidista ha quedado diluida con órgano tal como está diseñado hoy, un organismo que además de las evaluaciones, acciones de formación y asesoramiento tiene un poder de influencia limitado.
Esto tenemos que sumar que el impacto de la cultura, los impactos externos de la misma y el utilitarismo se han apoderado de los discursos en todas las administraciones y eso que antes era una justificación más, hoy es la idea central para legitimar inversión.
¿Hacia dónde vamos?
¿Y a partir de ahora? Pues se hace difícil de saber, no sabemos que idea tienen aquellos que presumiblemente gobernarán en los próximos años. Tampoco es muy halagüeño ver como los grandes movimientos transformadores de los últimos años no han visto que la cultura sea una prioridad.
La única realidad es que nos hacen falta políticas a largo plazo que garanticen el acceso a la cultura, que democraticen los ámbitos de decisión, que legislen en favor del sector, que protejan al artista, que solucionen las disfunciones en el reconocimiento de la autoría, que permitan una apertura a los públicos de los distintos equipamientos, que completen las infraestructuras de las que carece el país y que se doten de un presupuesto digno que nos acerque a los estándares europeos. Hace falta un plan a largo plazo y una idea clara para gestionar el entretanto. Pero si hacen ustedes el enorme esfuerzo de leer los programas electorales, verán que no parece que esto vaya a ser inmediato.
Jordi Dorca
Programador y responsable de comunicación del Museu del Cinema de Girona.
Miembro del consejo de redacción de Revista de Girona.
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