Hace unos años Oriol Aguilà, director del Festival Castell de Peralada, dando una cierta continuidad al espíritu lúcido y creador de uno de sus predecesores, Luís Polanco, que dejó una huella imborrable en el festival y definió el modelo que se ha perpetuado, apostó por la producción anual de un espectáculo operístico que llevara el sello de Peralada y que, además, fuera homologable con las producciones de cualquiera de los grandes agentes operísticos de Europa y exportable todo el mundo.
Andrea Chénier (Umberto Giordano) fue el primer capítulo de una serie de brillantes producciones formada también por Otello (Verdi), Turandot, Madama Butterfly -las dos, de Puccini- y, este año, los días 6 y 7 de agosto, estrenará La flauta mágica de Mozart, que supondrá el debut operístico en la dirección escénica de Oriol Broggi, mientras que la dirección musical es de Josep Pons. Este es otro de los rasgos característicos del Festival de Peralada, erigirse como motor de creación y brindar la puerta de entrada a la dirección escénica operística a directores de otras disciplinas, como el teatro. Un reparto vocal brillante, la Gran Orquesta y el Coro del Liceo y un entorno bellísimo completan un panorama perfecto.
Después de un fin de semana lírico glorioso, con las actuaciones de los tenores del momento como son Javier Camarena y Jonas Kaufmann, y de la versión concertante de Thaïs (Massenet), a cargo de Plácido Domingo (Athanaël) y Ermonela Jaho (Thaïs) en los papeles principales, el Festival de Peralada estrena La flauta mágica con varios puntos dignos de atención. El primero es el debut operístico del director de escena, Oriol Broggi. Se trata de uno de los directores teatrales destacados de nuestro país, después de firmar montajes con su compañía, La Perla 29, con un éxito indiscutible: Antígona, Incendis o Bodas de sangre son algunos de ellos. Ya hace un par de años, después de las direcciones realizadas por Alfonso Romero (Andrea Chénier, 2014), Paco Azorín (Otello, 2015) -hasta ahora estas dos han sido las más exitosas-, Mario Gas (Turandot, 2016) y Joan Anton Rechi (Madama Butterfly, 2017), Oriol Aguilà comenzó a hablar con Oriol Broggi sobre la dirección de la puesta en escena de la pieza de Mozart y, finalmente, Broggi aceptó el encargo.
Calixto Bieito, Carles Santos o Joan Font com a predecesores
Broggi coge el relevo, con La flauta mágica, de directores como Joan Font (Comediants) que debutó en Peralada en el mundo de la ópera con la puesta en escena de Orfeo y Eurídice de Gluck (2006), o aún más atrás en el tiempo, Calixto Bieito, que inició entonces su carrera operística con una Carmen de Bizet, (1999) que provocó admiración y escándalo a partes iguales debido a sus planteamientos escénicos poco convencionales, que ya son una marca de la casa cuando hablamos de este creador. Pero fue entonces cuando el Festival de Peralada apostó por el riesgo y la innovación. Son dos ejemplos a los que se pueden añadir Carles Santos o La Fura dels Baus, que también debutaron en este ámbito al abrigo, literalmente, del castillo ampurdanés. El escenario no se encontraba entonces donde está ahora, en la parte baja de los jardines, sino muy cerca de la parte posterior del castillo. Juega a favor de Broggi la teatralidad de esta pieza y el hecho de que no se sitúa la acción ni en una época ni en un lugar concreto, por lo que el campo para la imaginación de directores, escenógrafos, figurinistas, iluminador y realizadores audiovisuales es absolutamente inédito, si se descarta la influencia de las numerosas puestas en escena anteriores.
Un equipo musical imbatible
Broggi cuenta en esta ‘flauta mágica’ con la dirección musical de Josep Pons, que tendrá bajo su mando la Orquesta y el Coro del Liceo, y esto sí que es toda una garantía, por el director, la orquesta y el coro elegidos. Este es otro de los puntos de interés de la propuesta. Como tercer punto a destacar hay que señalar la calidad de los intérpretes. En esta cuestión, el criterio y el gusto de los responsables del festival es impecable y han pasado por sus producciones algunas de las voces más destacadas a nivel mundial como Carlos Álvarez, Gregory Kunde, Irene Theorin, Ermonela Jaho, Eva Maria Westbroek o Marcelo Álvarez. Para La flauta mágica Peralada ha reunido algunos de los mejores intérpretes posibles actualmente: Andreas Bauer (Sarastro), Liparit Avetisyan (Tamino), Kathryn Lewek (Reina de la Noche), Olga Kulxinska (Pamina), Julia Farrés (Papagena), Adrian Ërod (Papageno) o Francisco Vas (Monostatos).
Si bien el hecho de que el espectáculo sea al aire libre conlleva una serie de diferencias sustanciales en comparación a lo que se podría hacer en un auditorio o en un teatro, el entorno favorece claramente la creación de climas mientras dura la pieza, que en su lectura más superficial no deja de ser una especie de cuento de hadas con príncipes, princesas, reyes y reinas, malvados y un sinvergüenza como Papageno. En definitiva, el triunfo del bien sobre el mal. Aún así, profundizando un poco en la pieza a través de la lectura de los magníficos textos de los críticos musicales Jaume Radigales y Pere-Albert Balcells que figuran en el programa de mano del espectáculo y la guía de programación del festival -una app pionera en el mundo de las artes escénicas-, se puede conocer la firme conexión de esta ópera con los ideales de la masonería, sociedad a la que pertenecía el mismo Mozart, que trata de explicar las dificultades que hay que superar en el camino hacia la iluminación, es decir, hacia al conocimiento. Dos meses después de estrenarla, en 1791, Mozart murió a los 35 años. La velada promete ser memorable.
Dani Chicano
Director de la revista Proscenium