Persistimos en las mismas carencias de siempre
El CTESC (Consejo de Trabajo, Económico y Social de Cataluña) ha publicado recientemente un informe muy interesante sobre el sector cultural. El estudio comprende el período de 2008 hasta 2019 y para resumirlo en una frase: es una contestación muy documentada de que no se han resuelto las carencias endémicas del sector.
Poco gasto cultural
Un primer ejemplo que muestra este informe es el del gasto cultural. En Europa, durante este período, este creció un 7,6%, mientras que en el Estado Español se redujo un 27,3%, lo han oído bien, cerca de un 30%. Si entramos al por menor, el gasto de la Generalitat es un 47% inferior y el de los entes local un 12% menos.
El gasto cultural por familia tampoco sale demasiado bien parado. Las familias dedican un 2% del total del gasto a la cultura, pero debemos puntualizar que dos tercios de ese dos por ciento se dedican a dispositivos electrónicos y el resto a entradas al cine, conciertos, teatros, libros o publicaciones periódicas.
Otro tema importante que aporta este estudio es una radiografía muy interesante del sector cultural desde el punto de vista laboral. Según sus datos, trabajan en cultura 190.000 personas en Cataluña. De estas 57.000 (un 30%) son autónomas, y contraviniendo algunos tópicos, un 40% son mujeres, una media inferior a la ocupación femenina total, que es de media un 47%.
Propuestas de mejora
Estas cifras marcan y documentan muy bien las deficiencias y carencias a las que nos hemos referido en este espacio en artículos anteriores, pero además, tiene la buena idea de recomendar líneas estratégicas de mejora que no serían difíciles de aplicar, hablamos, por ejemplo, de potenciar la formación cultural en las escuelas, aumentar los presupuestos culturales, profesionalizar el sector, una ley de mecenazgo que ayude a la colaboración público-privada, mejoras en la evaluación de proyectos a través de datos compartidos para corregir las carencias o aumentar el peso de la cultura en la programación de los medios de comunicación públicos.
Tenemos a diagnosis y tratamientos, pero como siempre, no obedecemos al médico. De este modo es imposible acabar con la endemia de la anemia cultural. Entretanto, la política, para aparentar ser más bonita, se pone el vestido de la cultura, cada cuatro años y solo en algunos actos de campaña electoral, para luego, guardarla de nuevo en el armario una vez esta ha terminado. De este modo pasan los años y se pierden cada vez más oportunidades de mejora.
Jordi Dorca
Programador y responsable de comunicación del Museo del Cine de Girona.
Miembro del consejo de redacción de Revista de Girona.