Una soprano y una pianista interpretan valses y arias, sobre todo de Strauss —padre e hijo—, muy superiores a las de Bach, ¡dónde va a parar! Las han contratado para actuar en una verbena de fin de año, pero el encargo tiene una particularidad: deben llegar al lugar, un reservado en un hotel, y actuar con una venda en los ojos que no les permite ver nada. Las guían hasta la sala donde se celebra la fiesta y esta comienza. Hasta que a las doce en punto, después de las campanadas, se hace el más absoluto silencio. Desconcertadas, interpretan un par de piezas más y se atreven a quitarse las vendas de los ojos. Lo que sucede después es desconcertante.
A cantar y bailar valses como si no hubiera mañana
Todo el mundo está muerto. El salón está sembrado de cadáveres. Comienza un delirio como solo Marc Rosich, actor, director y dramaturgo, es capaz de concebir, en el que cualquier situación —conservación de cadáveres en neveras para zampárselos, a pesar de que su carne se atraganta, etc.— es buena como excusa para la deliciosa interpretación de un aria o un vals a cargo de la soprano de coloratura Elena Martinell y la pianista Glòria Garcés. Hay que cantar y bailar valses como si no hubiera mañana, repite la soprano, y a fe de Dios que se aplica a la tarea con todo su corazón, incentivada también por la gran cantidad de champán que ha sobrado de la verbena y que nadie, obviamente, podrá consumir, sino ella y su pianista.
El inconfundible sello de Marc Rosich
Esta opereta cómica, en la que asoma el espíritu de Jérôme Savary —director de la Ópera Cómica de París de 2000 a 2007—, pero también el de Tarantino, lleva el sello de Rosich y su equipo de creación, con Roberto G. Alonso como responsable de coreografía y movimiento. Al virtuosismo de Martinell como soprano se añade una gran capacidad de expresión que le permite sacar un clown entrañable y divertidísimo cantando y recitando el texto, que se complementa con la vis cómica de Garcés, que le da la réplica a la perfección, como espectadora permanentemente sorprendida por toda esta absurdidad con influjos de opereta alemana. Àries de reservat. Una coloratura vienesa al caire de l’abisme apocalíptic, que así se titula y subtitula el espectáculo, se estrenó en la sala La Planeta de Girona en el marco del Festival Temporada Alta y se podrá ver en La Seca Espai Brossa del 29 de noviembre al 9 de diciembre.
Dani Chicano
Periodista / Director de la revista Proscenium